Impacto Social

Introducción

El impacto social es un concepto central en la evaluación de proyectos, políticas públicas y fenómenos contemporáneos. Hablar de impacto social significa hablar de cambios profundos en la vida de las personas, sus comunidades y territorios, derivados de una intervención o transformación social, económica o ambiental.

Este artículo explorará:

  • Definiciones académicas y prácticas del impacto social.
  • Cómo distintas disciplinas (sociología, geografía humana y antropología) lo abordan.
  • Un ejemplo aplicado: el caso del Tren Maya en México.
  • La importancia de evaluarlo de manera interdisciplinaria.

¿Qué es el impacto social?

El impacto social se refiere, en términos generales, a los cambios o consecuencias significativas que experimentan las personas, grupos o comunidades a raíz de una acción, evento o intervención específica dentro de la sociedad [1][2]. Dicho de otro modo, es el efecto (positivo o negativo) que una determinada iniciativa, proyecto, política pública, programa, actividad económica o incluso fenómeno natural produce en el tejido social y en la calidad de vida de una comunidad. Esta noción abarca modificaciones en la forma en que las personas viven e interactúan, en sus condiciones materiales, sus relaciones, sus valores culturales y su bienestar general.

Diversos autores han intentado definir el concepto con mayor precisión. Por ejemplo, Burdge y Vanclay (1996) señalan que los impactos sociales son las consecuencias para la población de cualquier acción pública o privada que altere la forma en que las personas viven, trabajan, se recrean, se relacionan entre sí, se organizan para satisfacer sus necesidades y, en general, actúan como miembros de la sociedad [3]. Esta definición enfatiza que un impacto social implica un cambio en las dinámicas cotidianas y estructuras sociales, sin importar si la causa es un proyecto de infraestructura, una decisión empresarial, una política gubernamental o cualquier otro tipo de acción. De forma similar, se ha descrito el impacto social como todo aquello que afecta a la calidad de vida de los individuos y las comunidades [2], subrayando su amplitud: abarca desde factores económicos (empleo, ingresos) hasta aspectos emocionales, culturales y simbólicos dentro de una sociedad.

Un punto importante es que el impacto social puede ser tanto positivo como negativo, y tanto intencional como no intencional. En muchos casos, las intervenciones planificadas buscan resultados beneficiosos (por ejemplo, un programa social que pretende reducir la pobreza), pero dichas acciones también pueden generar efectos colaterales no previstos.

Vanclay (2003) define los impactos sociales precisamente como consecuencias sociales intencionales y no intencionales, tanto positivas como negativas, de las intervenciones planificadas (políticas, programas, planes, proyectos) y de cualquier proceso de cambio social provocado por esas intervenciones [4]. Esta definición amplia deja en claro que, al hablar de impacto social, nos referimos a todas las transformaciones en la esfera social derivadas de un cambio o intervención, incluyendo las consecuencias deseadas (por ejemplo, mayor bienestar, desarrollo económico) y las no deseadas (por ejemplo, desigualdades exacerbadas, desplazamiento de poblaciones).

Tradicionalmente, el concepto de impacto social ha estado ligado a la evaluación de proyectos de desarrollo y políticas públicas, en lo que se conoce como Evaluación de Impacto Social (EIS) o Social Impact Assessment. Esta práctica surgió para acompañar a la evaluación ambiental, con el fin de analizar y prever cómo un proyecto (una carretera, presa, fábrica, reforma legal, etc.) afectará a la gente y a las comunidades involucradas.

La EIS implica procesos de análisis, seguimiento y gestión de las consecuencias sociales, y considera tanto efectos previstos como imprevistos en dimensiones como la economía local, la salud, la educación, las redes de soporte comunitario, la cultura y el medio ambiente humano [5][6]. Por ejemplo, al evaluar el impacto social de una nueva fábrica en un pueblo, se examinarían cuestiones como la generación de empleos, la posible migración de trabajadores, cambios en la dinámica familiar, presión sobre servicios públicos (escuelas, hospitales), alteraciones en las costumbres locales, entre otras.

Sin embargo, el impacto social no se restringe únicamente a grandes obras o políticas; también puede derivar de fenómenos sociales más amplios o sutiles. Cambios tecnológicos (como la adopción masiva de internet o redes sociales), eventos naturales (una pandemia, el cambio climático), o movimientos sociales (por ejemplo, una movilización ciudadana) tienen impactos sociales profundos, aunque no sean “proyectos” planificados en el sentido estricto. En estos casos, igualmente se habla de impacto social para describir cómo dichas circunstancias transforman la vida social. Por ejemplo, la pandemia de COVID-19 tuvo impactos sociales globales: alteró las formas de convivencia, afectó la salud mental colectiva, reestructuró las rutinas laborales y educativas, y modificó valores y prioridades en muchas comunidades. Del mismo modo, la introducción de una nueva tecnología puede tener un impacto social al cambiar la manera en que nos comunicamos o accedemos a la información.

En síntesis, desde un enfoque general es posible definir el impacto social como el conjunto de efectos, cambios o alteraciones en las condiciones de vida, las relaciones sociales, la organización comunitaria y los valores culturales de una población, atribuibles a una intervención o fenómeno. Se caracteriza por su multidimensionalidad (afecta diversos ámbitos de la vida social), su naturaleza relativa (puede percibirse como positivo por algunos y negativo por otros) y por depender del contexto (un mismo hecho puede tener diferentes impactos según la comunidad o el entorno donde ocurra). A continuación, examinaremos cómo tres disciplinas –la Sociología, la Geografía Humana y la Antropología, particularmente con perspectiva en pueblos indígenas– contribuyen a comprender y evaluar este concepto, construyendo una orientación híbrida o interdisciplinaria para su análisis.

Perspectivas sociológica, geográfica y antropológica

Entender plenamente el impacto social requiere una orientación híbrida, es decir, una aproximación interdisciplinaria que combine las visiones de distintas ciencias sociales, tales como la Sociología, la Geografía Humana y la Antropología.

Perspectiva Sociológica

Pone el foco en las estructuras sociales, las instituciones, las relaciones y normas que mantienen cohesionada a una sociedad. Desde una perspectiva sociológica, analizar un impacto social implica examinar cómo un cambio altera la organización social, la estratificación (por ejemplo, clases sociales), la cohesión de la comunidad o el comportamiento colectivo. Los sociólogos estudian, por ejemplo, cómo una medida económica (como eliminar subsidios o aumentar tarifas de servicios) repercute en el bienestar y las conductas de distintos grupos sociales [7]. También pueden investigar las consecuencias no deseadas de una política (concepto clásico en sociología, asociado a Merton), como cuando una intervención crea dependencia, desigualdad o reacciones sociales (protestas, migraciones).

La sociología aporta herramientas para medir cambios en indicadores de calidad de vida, como salud, educación, empleo, y para comprender dinámicas como la adaptación social o el conflicto social emergente a raíz de una intervención. Un ejemplo desde esta disciplina: si una empresa cierra o despide a gran parte de sus empleados en una comunidad pequeña, la sociología nos ayuda a entender el impacto social negativo en términos de aumento de desempleo, estrés familiar, debilitamiento de redes de apoyo y potencial aumento de problemas sociales como la delincuencia o el abuso de sustancias [8][9]. En positivo, la sociología también estudia cómo ciertas políticas públicas (por ejemplo, un programa de transferencias condicionadas o una nueva universidad en la localidad) pueden fortalecer el capital social y mejorar la movilidad social.

Perspectiva Geográfica

Añade la dimensión espacial y territorial al análisis del impacto social. Los geógrafos humanos estudian cómo los fenómenos sociales se distribuyen en el espacio y cómo el entorno físico-territorial influye en la sociedad. Desde esta óptica, un impacto social casi siempre tiene correlatos territoriales: puede alterar el uso del suelo, la localización de la población, los flujos de migración o transporte, y la relación de las personas con su entorno. Por ejemplo, la construcción de una infraestructura (como una carretera, represa o tren) no solo incide en la economía local, sino que reconfigura el territorio: puede conectar unas zonas y aislar otras, propiciar el crecimiento de nuevas ciudades o la expansión de áreas urbanas, o presionar ecosistemas que proveen sustento a la población [10][11].

La geografía humana está atenta a fenómenos como la movilidad espacial (desplazamientos forzados de comunidades, migraciones hacia polos de desarrollo), la urbanización acelerada o desordenada a causa de un proyecto, y la fragmentación o integración espacial de regiones. Un impacto social desde esta perspectiva podría ser, por ejemplo, el cambio en la distribución de la población: si un proyecto minero atrae trabajadores de otras regiones, puede darse un crecimiento demográfico repentino en un pueblo, con tensiones en vivienda y servicios; a la inversa, si una región sufre degradación ambiental, sus habitantes pueden verse obligados a emigrar, causando despoblación.

La noción de territorio es fundamental aquí: muchas comunidades (particularmente pueblos indígenas y rurales) tienen un fuerte vínculo cultural y económico con su territorio, por lo que cualquier transformación del espacio (deforestación, reasentamiento, cambio en uso de la tierra) repercute profundamente en lo social. La geografía humana aporta metodologías para mapear estos impactos, identificar desigualdades territoriales (por ejemplo, qué zonas se benefician y cuáles cargan con costos de una intervención) y planificar de forma más equilibrada el territorio para mitigar efectos negativos.

Perspectiva Antropológica

Ofrece una mirada cultural y comunitaria del impacto social. La antropología social se especializa en comprender las perspectivas, valores, prácticas y formas de vida de las comunidades, especialmente de aquellas con identidades étnicas o culturales específicas (pueblos indígenas, comunidades tradicionales). Desde el enfoque antropológico, un impacto social no se mide solo en estadísticas, sino en términos de significado cultural y de afectación a la identidad y cohesión de un grupo humano. Por ejemplo, una represa que inunda tierras podría ser evaluada por un economista en términos de personas reubicadas, pero un antropólogo indagaría más allá: ¿qué significa para una comunidad indígena perder el territorio ancestral donde descansan sus antepasados o donde llevan a cabo rituales sagrados? ¿Qué pérdida de patrimonio cultural o de saber tradicional implica esa intervención? La antropología pone énfasis en impactos intangibles: la erosión de tradiciones, la alteración de sistemas de organización comunitaria, los cambios en los roles familiares o en la cosmología de un pueblo originario. Asimismo, históricamente los antropólogos han abogado por la participación de las comunidades afectadas en la evaluación y gestión de los impactos.

En contextos indígenas, esto es crucial: organismos internacionales y marcos legales (como el Convenio 169 de la OIT) exigen la consulta previa, libre e informada antes de emprender proyectos que afecten a pueblos originarios [12]. Incorporar esta visión significa reconocer el derecho de las comunidades a influir en las decisiones que alterarán su forma de vida y respetar sus formas de conocimiento.

Un enfoque antropológico del impacto social también resalta la importancia de la mitigación cultural: si un proyecto pudiera afectar, por ejemplo, un sitio arqueológico o prácticas tradicionales, se proponen medidas para salvaguardar ese patrimonio y compensar a la comunidad. En términos operativos, entidades de desarrollo como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) han adoptado metodologías para identificar impactos socioculturales en pueblos indígenas: por ejemplo, el BID requiere realizar un análisis sociocultural con participación informada de las comunidades, para determinar riesgos e impactos (positivos y negativos) especialmente en el patrimonio cultural e identitario de los pueblos afectados [13][14]. Esto refleja cómo la antropología aplicada contribuye a una evaluación de impacto social más inclusiva y respetuosa de la diversidad cultural.

Integrar estas perspectivas –sociológica, geográfico-territorial y antropológicaconduce a un enfoque híbrido o interdisciplinario en el estudio del impacto social. En la práctica, esto significa que al anticipar o evaluar los efectos sociales de cualquier iniciativa, debemos considerar múltiples dimensiones: las estadísticas sociales y económicas (empleo, ingresos, educación, salud), la distribución espacial de esos efectos (qué lugares o grupos los experimentan más intensamente), y las percepciones y valores de la propia comunidad impactada (¿sienten ellos que el cambio mejora su vida? ¿Qué temores o expectativas culturales tienen?).

Cabe destacar que el impacto social es también una construcción social en sí misma: la manera en que se interpreta un efecto puede variar según la cosmovisión y experiencia de cada grupo. Algo que para autoridades externas es un “impacto positivo” (por ejemplo, la llegada de turismo a una zona indígena) puede ser visto por la comunidad local como una amenaza a su cultura o a su control del territorio, es decir, un impacto negativo desde su propia valoración.

Por ello, la orientación híbrida propone diálogo de saberes y colaboración entre expertos y comunidades. La sociología, geografía y antropología juntas permiten apreciar la enorme complejidad del impacto social: no es un número único ni un fenómeno lineal, sino una red de consecuencias interrelacionadas en la sociedad, el espacio y la cultura. Este enfoque interdisciplinario facilita diseñar estrategias de gestión más integrales para potenciar impactos sociales positivos (por ejemplo, maximizando beneficios locales, respetando dinámicas sociales existentes) y mitigar los negativos (por ejemplo, evitando desplazamientos forzados, compensando pérdidas culturales, corrigiendo desigualdades territoriales).

El Impacto social del Tren Maya en México

Para ilustrar estos conceptos de manera concreta, consideremos un ejemplo contemporáneo: el proyecto conocido como Tren Maya en México. El Tren Maya es una iniciativa federal lanzada a finales de la década de 2010 y actualmente en ejecución, que consiste en la construcción y operación de una línea ferroviaria de aproximadamente 1,500 kilómetros a través de cinco estados del sureste mexicano (Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo) [15][16].

Se trata de un megaproyecto de transporte y desarrollo que atravesará la península de Yucatán, con el objetivo declarado de detonar la economía regional, especialmente mediante el turismo y la integración de mercados. Independientemente de las intenciones oficiales, este proyecto ejemplifica claramente cómo una sola intervención genera múltiples impactos sociales de diversa índole, los cuales han sido objeto de análisis desde perspectivas sociológicas, geográficas y antropológicas por parte de académicos, organizaciones civiles y las propias comunidades locales.

Desde un enfoque sociológico, el Tren Maya promete ciertos impactos sociales positivos, pero también plantea riesgos significativos. Por el lado positivo, el gobierno ha argumentado que creará empleos locales, impulsará el desarrollo económico de comunidades marginadas y mejorará el acceso a bienes y servicios en la región. Efectivamente, se espera la generación de empleos tanto durante la construcción como en la operación del tren, así como nuevas oportunidades de negocio ligadas al aumento del turismo y la actividad comercial [17]. Estos podrían traducirse en mejoras en ingresos familiares y en inversión en infraestructura social (escuelas, hospitales) en algunas localidades. Sin embargo, los investigadores y grupos locales han señalado también impactos sociales negativos o desafíos: uno de los más mencionados es el desplazamiento o la afectación de poblaciones locales, ya sea por la necesidad de reubicar asentamientos cercanos a las vías o por el incremento en el costo de vida y tierras que podría expulsar a habitantes originarios.

También se ha advertido sobre la posibilidad de que el proyecto agrave desigualdades sociales existentes; por ejemplo, los beneficios económicos podrían concentrarse en las ciudades turísticas grandes o en inversionistas externos, mientras que las comunidades rurales indígenas queden con ganancias marginales, pero sí soporten costos sociales (pérdida de tierras, alteración de su modo de vida tradicional). De hecho, una institución pública de fiscalización en México reportó deficiencias en la planeación social del Tren Maya, señalando que no se realizó de manera adecuada el estudio de impacto social antes de iniciar las obras [18]. Esto implica que potencialmente no se diagnosticaron ni atendieron a tiempo muchos de estos efectos sociales.

Desde la perspectiva de la geografía humana, el Tren Maya conlleva una reordenación del territorio en la región maya. Uno de los impactos más directos es la apertura de rutas de transporte que conectarán poblaciones antes aisladas; esto puede suponer mejoras en la movilidad y acceso a mercados, pero también trae consigo una “turistificación” de áreas hasta ahora rurales o naturales.

Estudios independientes han identificado que, especialmente en torno a ciertas estaciones (por ejemplo, en el Tramo 7, en la zona de Calakmul, Campeche), habrá un influjo de visitantes y nuevos residentes que podría detonar un crecimiento urbano acelerado y no planificado en pequeños poblados [19][20]. Esto conlleva la aparición de asentamientos informales, mayor demanda de suelo urbano y servicios, y posibles conflictos por la tierra. Se prevén procesos de especulación de tierras ejidales (propiedad colectiva de muchas comunidades campesinas e indígenas) en los alrededores de las estaciones ferroviarias, donde el valor del suelo aumenta ante la expectativa de desarrollo turístico e inmobiliario [21].

En términos territoriales más amplios, el tren fragmentará en cierta medida el ecosistema de la selva maya; aunque esto es un impacto ambiental, tiene dimensión social porque las comunidades locales dependen de ese entorno para actividades tradicionales (agricultura, apicultura, recolección) y porque su cosmovisión está ligada a la naturaleza. Además, hay preocupaciones sobre desplazamientos o migraciones inducidas: algunas familias podrían moverse hacia los nuevos polos de desarrollo en busca de oportunidades (lo que implica salir de sus comunidades de origen), mientras que otras podrían verse forzadas a salir de zonas que se conviertan en reservas turísticas o naturales reordenadas. Geógrafos y urbanistas señalan que el éxito o fracaso social de este proyecto dependerá de cómo se maneje el ordenamiento territorial: si no se planifica integralmente, los beneficios pueden ser efímeros y los costos, duraderos en forma de ciudades insustentables o pérdida de control local sobre el territorio.

Desde la óptica antropológica e indígena, el Tren Maya toca fibras muy sensibles relacionadas con la identidad cultural, los derechos de los pueblos originarios y su patrimonio. La región por donde pasa el tren es habitada en gran medida por poblaciones maya (y otras) que conservan lenguas, tradiciones y formas de organización comunal propias. Un primer señalamiento de antropólogos y activistas ha sido el carácter inconsulto del proyecto: sostienen que la megaobra se decidió e inició sin un proceso adecuado de consulta previa y consentimiento de las comunidades indígenas afectadas. Esto constituye un impacto social en sí mismo, pues ha generado malestar, sentimientos de exclusión y desconfianza hacia las autoridades, al percibir que sus voces no fueron escuchadas en decisiones que atañen a sus tierras y su futuro.

El derecho a la consulta está protegido por la Constitución mexicana y por acuerdos internacionales (Convenio 169 de la OIT, Declaración de la ONU sobre Pueblos Indígenas), por lo que su presunta violación fue incluso señalada por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos [12][23]. Más allá del proceso, la cultura local enfrenta posibles impactos: el tren pretende aprovechar el atractivo del patrimonio arqueológico maya (zonas como Palenque, Chichén Itzá, Calakmul) para fomentar el turismo masivo. Si bien esto podría traer ingresos, también puede conllevar una comercialización de la cultura y presión sobre las comunidades para adaptar sus tradiciones al mercado turístico. Investigadores socioculturales advierten que el turismo de masas en comunidades indígenas suele alterar las dinámicas sociales (por ejemplo, jóvenes dejando actividades tradicionales por empleos turísticos, cambios en la vestimenta o lengua inducidos por la presencia de visitantes, etc.) y puede trivializar o expropiar elementos sagrados de la cultura local [24][25].

Asimismo, la participación de instituciones culturales como el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en el proyecto ha generado controversias internas, ya que algunos académicos critican que la premura del proyecto ha llevado a descuidar la protección del patrimonio arqueológico y a tensionar la ética profesional de antropólogos y arqueólogos encargados de salvamentos y estudios en la ruta del tren [26][27]. Desde la antropología aplicada, se sugiere la necesidad de implementar medidas de mitigación cultural: programas de fortalecimiento de las lenguas mayas, documentación y protección de sitios sagrados, y sobre todo mecanismos de diálogo intercultural donde los ancianos y autoridades comunitarias indígenas puedan delinear qué desarrollo desean y cómo quieren manejar su patrimonio cultural ante la llegada del tren.

Resumiendo, el caso del Tren Maya, podemos listar algunos de los principales impactos sociales identificados por distintos estudios y análisis interdisciplinarios:

Impactos económicos y laborales

Creación de empleos y oportunidades de negocio locales (impacto positivo), pero también riesgo de inequidad en la distribución de beneficios; posible dependencia económica del turismo o proyectos externos [19].

Impactos demográficos y urbanos

Llegada de migrantes y turistas generando crecimiento urbano no planificado; cambio en la composición poblacional de los pueblos; aumento en la demanda de vivienda, servicios básicos e infraestructura urbana [20].

Impactos en la tierra y el territorio

Cambios de uso de suelo (de forestal o agrícola a urbano/turístico); encarecimiento de la tierra y venta de tierras ejidales que debilita la tenencia comunal; fragmentación del territorio ancestral maya; posibles desplazamientos de comunidades por obras o por nueva dinámica territorial [28].

Impactos socioculturales

Alteración de prácticas tradicionales por la introducción de nuevas actividades (turismo, comercio); riesgo de pérdida de patrimonio cultural tangible e intangible si no se protege (sitios arqueológicos, tradiciones orales, festividades); tensiones intergeneracionales dentro de la comunidad si los jóvenes adoptan oficios distintos a los tradicionales; sensación de vulneración de los derechos indígenas al territorio y a la autodeterminación [12][24].

Impactos en gobernanza y cohesión social

Conflictos sociales derivados de la oposición o apoyo al proyecto (se han formado colectivos de residentes que protestan, mientras otros grupos apoyan esperando beneficios, lo que puede dividir comunidades); militarización o mayor presencia gubernamental en la zona, con implicaciones en la vida cotidiana; necesidad de organizar a la población para participar en consultas, mesas de diálogo o negociaciones de compensaciones.

Impactos en seguridad y medio ambiente humano

Algunos especialistas incluso mencionan la posible presencia de crimen organizado vinculada al crecimiento económico desordenado o al turismo masivo en ciertas áreas, lo cual afectaría la seguridad ciudadana [28]. También, la afectación ecológica (deforestación, daño a cenotes y acuíferos) tiene un componente social porque puede comprometer recursos de agua potable, propiciar accidentes o enfermedades, etc., repercutiendo en la salud y seguridad de las personas.

Conclusiones: la importancia de evaluar el impacto social y aprendizaje

Este ejemplo demuestra la naturaleza multifacética del impacto social y refuerza la importancia de un enfoque híbrido en su análisis. En el caso del Tren Maya, han confluido disciplinas: economistas y sociólogos midiendo el desarrollo regional, geógrafos estudiando los cambios territoriales y ambientales, antropólogos registrando las voces y preocupaciones de las comunidades indígenas, juristas examinando el cumplimiento de derechos, entre otros.

Todos aportan piezas del rompecabezas para entender qué está en juego socialmente con este megaproyecto. Además, deja lecciones sobre cómo se debe gestionar el impacto social: idealmente, mediante estudios anticipados rigurosos, participación pública efectiva y monitoreo continuo para ajustar las estrategias. Por ejemplo, antes de construir, se debió realizar una Evaluación de Impacto Social independiente que identificara todos estos puntos y recomendara acciones (reubicación consensuada y digna si fuera necesaria, planes de desarrollo urbano, inversión en cultura maya, seguridad, etc.). Aunque en la práctica hubo deficiencias en este proceso, a raíz de la presión social ahora se están tomando algunas medidas correctivas y se han abierto espacios de diálogo limitado con ciertas comunidades.

En conclusión, el impacto social es un concepto esencial para comprender cómo las acciones humanas y las transformaciones (voluntarias o no) repercuten en la sociedad. Su definición trasciende la simple noción de “efecto” y abarca la complejidad de los cambios en las vidas, lugares y culturas de las personas. Un análisis completo del impacto social demanda ver el fenómeno desde múltiples lentes: la sociología nos brinda el marco para entender cambios en la estructura y bienestar social; la geografía humana aporta la comprensión de la dimensión espacial y ambiental de esos cambios; y la antropología –especialmente en contextos indígenas– nos recuerda la centralidad de la cultura, la identidad y los derechos comunitarios en cualquier proceso de desarrollo. Al integrar estas perspectivas, se obtiene un entendimiento más rico y equilibrado, necesario para promover un desarrollo realmente humano y sostenible, donde las mejoras materiales vayan de la mano con el respeto al tejido social y cultural existente. En el mundo contemporáneo, en el que proliferan megaproyectos, rápidas innovaciones y políticas de amplio alcance, este tipo de enfoque interdisciplinario sobre el impacto social es clave para anticipar consecuencias, maximizar beneficios colectivos y evitar o mitigar daños a las comunidades. Solo así lograremos que el cambio social –inevitable en toda sociedad dinámica– sea, en la medida de lo posible, un cambio construido con la gente y para la gente, y no a sus expensas.

Referencias

Bastida, R., & Solé, E. (2021). Introducción al impacto social de las organizaciones. Revista de Contabilidad y Dirección, 32, 11-25.

Burdge, R. J., & Vanclay, F. (1996). Social Impact Assessment: A contribution to the state of the art. Impact Assessment, 14(1), 59-86. (Definición clásica de impacto social citada en texto.)

Espinosa-Castillo, M., Reyes-Ríos, C., & Ibarra-Varas, J. L. (2024). Alcance de los impactos sociales del Tren Maya en Calakmul. Instituto de Investigaciones Económicas-UNAM. Documento de trabajo/Capítulo en compilación. (Análisis interdisciplinario de impactos sociales en comunidades de Calakmul.)

López y Rivas, G. (15 de septiembre de 2023). Los impactos socioculturales del Tren Maya. La Jornada (sección Opinión). (Artículo periodístico que aborda críticas desde la perspectiva de derechos indígenas y patrimoniales.)

Martínez, J., Morrison, J., Perafán, C., & Albertos, C. (2023). Metodología de Análisis Sociocultural (ASC). Nota Técnica IDB-TN-2738. Washington, DC: Banco Interamericano de Desarrollo (BID). (Lineamientos del BID para evaluación de impactos socioculturales en proyectos con pueblos indígenas.)

Vanclay, F. (2003). International principles for social impact assessment. Impact Assessment & Project Appraisal, 21(1), 5-12. (Define EIS como proceso de análisis de consecuencias sociales intencionadas y no intencionadas de intervenciones planificadas.)

[1] [7] [8] [9] Impacto social – Qué es, definición y concepto

[2] https://accid.org/wp-content/uploads/2022/07/INTROD1.pdf

[3] [4] [5] https://files.griddo.comillas.edu/propuestas-para-la-medicion-y-gestion-del-impacto-social.pdf

https://files.griddo.comillas.edu/propuestas-para-la-medicion-y-gestion-del-impacto-social.pdf

[6] [10] [11] [17] [19] [20] [21] [28] https://ru.iiec.unam.mx/6443/1/23-169-Espinosa-Reyes-Ibarra.pdf

[12] [13] [14] [22] [23] [26] [27] La Jornada – Los impactos socioculturales del Tren Maya

[15] [16] [24] [25] IMPACTOS SOCIALES Y TERRITORIALES DEL TREN MAYA. MIRADAS MULTIDISCIPLINARIAS

[18] https://www.ejecentral.com.mx/asf-detecta-improvisacion-y-negligencia-en-el-proyecto-del-tren-maya

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